La nuble de polvo que dejó tras de si el jeep se fue disipando y un perro sin dueño se acerca a olfatearle los zapatos al forastero que baja del vehículo, medio enceguecido por la resolana. Cómo las elecciones legislativas son el domingo próximo, la gente pensó que sería un candidato en campaña y hasta los enfermos salieron de sus chozas a darle la bienvenida. Esperaban que tomara nota de sus carencias. Por pertenecer a una minoría indígena, la de los tobas, no se les tiene en cuenta allá en Buenos Aires. Y aquí en su propia tierra se mueren como moscas.
Pero en vez de dirigirse a la plaza, que cuenta con una tarima de cemento y hasta con una estatua del prócer José de San Martín, el individuó se puso a examinar un mapa, en medio del círculo que formaban los curiosos. Total que no era un político sino un excursionista que por primera vez venía al Impenetrable, como se conoce al bosque que se extiende al noroeste de la provincia de Chaco. A unos 150 kilómetros de Resistencia, la capital, el camino se convierte en una incierta trocha y fue allí donde el viajero se extravió.
De mapas ellos no entienden. Pero el caserío se llama El Algodonal, por el algodón que crecía aquí antes de que la Gran Sequía chupara toda el agua del subsuelo. Todavía se conservan unos matojos esqueléticos de lo que fuera la plantación donde trabajaban. Un chico partió en busca del alcalde él si sabe de mapas- y mientras espera ¿por qué no comparte con ellos un mate (infusión de yerbas)? Si tuviera agua envasada, claro, porque el agua que ellos utilizan proviene de unos charcos pestilentes.
El Impenetrable ocupa una superficie de 40.000 kilómetros cuadrados, poco más de la mitad de lo que tenía antes de que las motosierras derribaran los quebrachos, algarrobos y fresnos para plantar soja. De los 70 mil indígenas que poblaban el bosque, la cuarta parte emigró a las ciudades, en busca de trabajo.
Muchos de los que permanecen en el territorio ancestral padecen de tuberculosis, de leptospirosis o del Mal de Chagas y la mayoría de los niños están desnutridos. Entre mayo y diciembre del 2008, nueve bebés murieron por deshidratación.
La falta de agua es el problema más acuciante y las 30 o 40 botellas de agua mineral que El Algodonal recibe de la gobernación cada dos meses, alcanzan para unos días. Algunos beben el jugo que segregan los cactus o improvisan técnicas para recoger las gotas de rocío.
Si en toda la provincia de Chaco, el 50% de la población vive bajo el nivel de la pobreza, en el Impenetrable el 58% son indigentes. Refiriéndose a los nativos, Wikipedia explica que sus condiciones de vida son propias de un desastre humanitario. A menudo comparables con la miseria sufrida en los más devastados poblados de África. La organización de derechos humanos Nelson Mandela, sostiene que los lugareños son víctimas de un genocidio silencioso. Como la soja y el girasol demandan poca mano de obra, no pueden valerse de su trabajo. La congregación de los Hermanos Maristas ha tratado de resucitar los huertos que antes los abastecían pero el proyecto no prosperó por la consabida falta de agua.
Si en toda la provincia de Chaco, el 50% de la población vive bajo el nivel de la pobreza, en el Impenetrable el 58% son indigentes. Refiriéndose a los nativos, Wikipedia explica que sus condiciones de vida son propias de un desastre humanitario. A menudo comparables con la miseria sufrida en los más devastados poblados de África. La organización de derechos humanos Nelson Mandela, sostiene que los lugareños son víctimas de un genocidio silencioso. Como la soja y el girasol demandan poca mano de obra, no pueden valerse de su trabajo. La congregación de los Hermanos Maristas ha tratado de resucitar los huertos que antes los abastecían pero el proyecto no prosperó por la consabida falta de agua.
El forastero se abanica con el sombrero: en la mañana un calor que ahoga y en la noche, hielo. Él es un ingeniero, amante de la naturaleza y esa afición lo trajo al Impenetrable. Parece buena persona. Aunque no sea un político, a lo mejor puede llevar sus reclamos a Buenos Aires. No es mucho lo que piden y es tan justo, le dicen sus huéspedes.
El chico vuelve con la noticia de que el alcalde salió de viaje. De una de las chozas con forma de nido de termitas, aparece un hombre que es puro pellejo y costillas. Él lo ayudará a orientarse.
En agradecimiento a la hospitalidad, el visitante les deja unas botellas que son recibidas como mana del cielo. Al rato el jeep desaparece, envuelto en una nube de polvo.
Ramy Wurgaft (periodista del diario español El Mundo) - Centro de Estudios Nelson Mandela
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