El origen de la palabra política proviene del griego πολιτικος (pronunciación figurada: políticos, “ciudadano”, “civil”, relativo al ordenamiento de la ciudad”), es la actividad humana que tiende a gobernar o dirigir la acción del estado en beneficio de la sociedad. Estamos hablando dentro de un plano ideal y que dista bastante, lamentablemente, de lo que acontece en la realidad.
La Cámara de Diputados aprobó hace un par de días un polémico proyecto de reforma política después que le hizo más de 50 cambios a la idea original. La iniciativa que establece la realización de elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, contó con la aprobación de 133 diputados-cuatro más que la mayoría legal requerida-, el rechazo de 99 y la abstención de cuatro. Ahora será la Cámara de Senadores la encargada de debatir el proyecto presentado formalmente por la presidenta Cristina Fernández el 28 de octubre pasado.
Más allá de los formulismos técnicos que tenga esta reforma impulsada por el ejecutivo sería interesante poder debatir sobre el contenido, sobre el espíritu de esta ley. Porque no pensar en una reforma absoluta sobre lo que entendemos los argentinos como política-un término que una gran parte de la sociedad lo usa como algo devaluado- y, en muchos casos, como descalificador.
Uno de los sostenes del cual podrían valerse los que pergeñan un cambio en la política-si es que se interesan verdaderamente en hacer una modificación basada en la seriedad- es de los encuentros impulsados por profesores de filosofía que agrupan a varios estudiantes secundarios de la ciudad para, justamente, tratar de modificar la realidad a través del pensamiento filosófico y ético.
El jueves se desarrolló en el colegio CEP 29 Ester Machicote de Diaz del Barrio Güiraldes una confraternización de tres colegios de la ciudad de Resistencia en donde se buscó lograr razonar aspectos de la realidad nuestra de cada día. Lo curioso, lo destacable es que se agrupó a tres institutos educativos provenientes de diferentes estratos sociales: el Colegio María Auxiliadora-de gestión privada-, El CEP 66 “Roberto Muller” de un barrio céntrico y el mencionado colegio del Güiraldes-un lugar calificado como periférico, hasta de alto riesgo-. La idea original del encuentro, de esta comunión estudiantil fue la de derribar los muros ideológicos, imaginarios que existen en una porción destacada de la sociedad en donde subsiste la discriminación, la desconfianza entre estos barrios que forman parte de nuestra ciudad.
Se debatieron temas como la “libertad, igualdad y fraternidad”, “¿Quién tiene el poder político?”, “¿El poder político reside en los medios masivos de comunicación?” “¿Somos realmente libres?, “Aceptación e igualdad de la homosexualidad”, etc.
Curiosamente, o no tanto en una sociedad estereotipada en preconceptos anticuados, el tema que más concitó la polémica enfervorizada fue la que expuso una alumna del CEP 66, Verónica Gomez, quien defendió la igualdad y la aceptación homosexual. ¿No deberíamos todos escandalizarnos por la pobreza crónica que tiene la provincia? ¿No es más doloroso e indignante el genocidio silencioso que soportan los pobladores autóctonos del Impenetrable? ¿No es más inmoral la corrupción inacabable sostenida fielmente-con honrosas excepciones- por los encargados de ejercer el poder, no solo los de la actualidad sino en procesos anteriores? Pero el punto más álgido fue cuando dicha alumna avaló la posibilidad que las parejas homosexuales tengan el derecho de adoptar niños. El argumento principal que esgrimió Verónica fue que la familia debe constituirse en base al amor que le brinden los padres-indistintamente si son tradicionales u homosexuales o lesbianas- a sus hijos. Respondió ante los incontables cuestionamientos-se mencionó, entre otras cosas, la posibilidad de traumar a ese hijo- que una conducta traumática puede ser provocada por una violación de alguien cercano, ser fruto de la violencia familiar, ya sea física o verbal y no por un acto de amor como presupone ser la decisión de adoptar a un chico. Un verdadero ejemplo de sentido común, algo que no abunda precisamente en los encargados de conducir los destinos de la patria, una verdadera muestra de una reforma radical en la aplicación de una política social sustentada en la inclusión real y no figurada como pasa muy a menudo en nuestra sociedad.
Otro de los planteos que se discutieron en este encuentro de estudiantes, representados, entre otros, por Andrea Galarza, Eduardo Arce, quien obtuvo la Mención de Honor en las Olimpiadas Nacionales de Filosofía desarrollada la semana pasada en la provincia de Tucumán, fue la de repensar una nueva forma de comportamiento civil. Señalaban los jóvenes exponentes que se debe honrar a la palabra ciudadanía y debe dejarse de lado el rol de habitante pasivo para pasar a ser un ciudadano con acciones concretas y participativas, cumpliendo un rol preponderante dentro de los estamentos sociales. Reclamaban los estudiantes tener la posibilidad de ser escuchados, que se les brinde la oportunidad de participar en las cuestiones trascendentales en el desarrollo de nuestra provincia, de nuestro país.
Después que en nuestro país se aprobó recientemente la Ley de Servicios Audiovisuales la alumna del CEP 66, Sofía Lineras, expuso sobre el interrogante: ¿Quién tiene el poder de control sobre la sociedad? Y la respuesta fue: los medios masivos de comunicación, fundamentalmente los de mayor poder económico. Amén de coincidir o no con esta afirmación lo interesante es debatir al respecto.
El evento al decir de un estudiante del CEP 29, Pablo Hipper, no fue la perfección misma pero se le pareció bastante, Este alumno, futuro estudiante de medicina, fue además el encargado del ceremonial del encuentro. También hubo tiempo para la muestra de talento, de destreza física-vocal, ya que hubo bailarines de malambo y una pareja, que cantaron a capella con muy buena entonación, un tema de la recordada Mercedes Sosa.
Casi perfecto definía el alumno Pablo al encuentro y es verdad. Para encuadrarlo dentro de lo ideal tendría que contar con una participación más numerosa, de los docentes de los colegios involucrados, la directora, o en su defecto la autoridad máxima a cargo, de la institución del Güiraldes hubiese recibido a los jóvenes visitantes con unas palabras alusivas al acontecimiento, contar con algún representante del Ministerio de Educación-¿Por qué no?-, difundir institucionalmente, secretaría de prensa de educación mediante, al resto de los colegios provinciales sobre estas actividades, que aunque parezcan menores, podrían estar modelando el pensamiento de nuestros futuros líderes. Detalles que son absolutamente perfectibles de corrección y que, seguramente, contará con la predisposición de los protagonistas para pulirlos.
Varias son las conclusiones para resaltar de este conciliábulo pedagógico juvenil propuesto por un par de profesores de filosofía de nivel secundario-Julio Ricardo Moschen y Ramón Alfredo Espinoza-. La primera, que la vocación docente, con inquietudes permanentes para buscar innovaciones que resalten la comprensión de los estudiantes a través de la convicción, tienen en estos dos educadores unos fieles exponentes. La segunda es que los estudiantes que participaron son los mejores indicadores posibles para encontrar una salida portentosa de la crisis de representatividad que tiene hoy nuestro país. La última, que en momentos en que se menciona permanentemente una emergencia pedagógica en la provincia, estos educandos con su claridad conceptual para analizar la realidad, desmienten de plano esas afirmaciones
La reforma política que se debate en el congreso, ¿contemplará las inquietudes vertidas por éstos jóvenes chaqueños, o solo es dicha reforma una mera jugada oportunista del oficialismo en el aspecto electoral? ¿Será una reforma profunda o se trata de un parche al cual nos acostumbraron nuestros dirigentes cuando de decidir una política de estado-y no de gobierno partidario- para el país se trata? ¿Contemplará esta ley la definición que mencionábamos al principio de esta columna que política es la actividad humana en beneficio de la sociedad? Esperemos que el futuro nos encuentre con la visión más optimista sobre estos interrogantes. Si así lo fuera estaríamos en una reforma en serio, que vale la pena intentarla aprobar. Materia prima para repensar un país mejor hay de sobra. Estos pibes, comprovincianos nuestros, son la prueba más elocuente de ello.
Lic. Roberto Espinoza (libreperiodismo@hotmail.com)
Lic. Roberto Espinoza (libreperiodismo@hotmail.com)
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