Es triste, como ser humano, haber presenciado en vivo y en directo, como si fuese un reality bizarro y de mal gusto, como se perdía una de las últimas posibilidades (por no decir la ULTIMA), que como especie teníamos de poder revertir, aunque sea en parte, los efectos negativos del calentamiento global y el cambio climático.
Los que tienen el poder en sus manos, aquellos mismos que son los que más contaminan, solo se dedicaron a analizar las consecuencias de este proceso de calentamiento, pero hicieron caso omiso al tratar de analizar cuáles han sido las causas que nos llevaron a estar en donde estamos. Como si se tratase de malos médicos, trataron a la enfermedad desde sus síntomas, pero no buscaron averiguar cuál fue la causa de la misma, es como tratar de curar el cáncer administrando solamente una aspirina. Es lamentable, pero esto fue el resultado de la Cumbre de Copenhague.
En esta bochornosa reunión, los países más industrializados del mundo, desde su posición de privilegio, manejando un mismo discurso y habiendo pactado de ante mano todos los contenidos del encuentro y hasta los documentos finales, como si se tratara de un solo Goliat bíblico, derrotó a cientos de David, representados por aquellos países en “vías de desarrollo” o “emergentes” o “sub desarrollados” o denominados con cualquier otro epíteto pomposo que sirva para disfrazar su condición de países explotados hasta sus entrañas por aquellos otros que detentan el poder, ni siquiera tuvieron estos últimos la oportunidad de exponer sus posiciones con la libertad y el tiempo suficiente, únicamente fueron meros espectadores de un show al que fueron invitados solo por cortesía.
Quienes tenían la obligación de llegar a un acuerdo razonable, no fueron más que los responsables de que esta cumbre fracase, solo se basaron en exposiciones engañosas y ambiguas, de una demagogia mayor que la esperada, los países ricos, culpables de casi el 75 por ciento de la emisión de gases contaminantes y los principales evasores del Protocolo de Kioto, defraudaron la expectativa de millones de habitantes de esta aldea global, quienes advierten que la temperatura del planeta ha comenzado a aumentar en exceso por culpa de nuestros sistemas de producción y nuestro estilo de vida consumista y el maltrato a la madre naturaleza, ella ahora empieza a pasar facturas.
Las causas de haber creado con los siglos una Sociedad de Consumo, donde el éxito o el bienestar de un individuo vienen dado por su posibilidad de consumo, y donde la ciencia y la tecnología fueron adueñadas y puestas al servicio de la explotación infinita de los recursos naturales limitados para fomentar el consumo desmedido de unos pocos, en contra de la subsistencia básica de millones en todo el mundo, nos ha dejado este trágico saldo al desestabilizar el equilibrio propio de la atmosfera contaminada por toneladas de gases contaminantes que son los causantes del efecto invernadero.
Es hora de que los poderosos del mundo se planteen de enserio la problemática del cambio climático, sus causas y consecuencias y la forma de remediar esta futura catástrofe, y en cuanto a nosotros como individuos, que lo de Copenhague sirva para que todos cambiemos la forma de ver la cuestión climática y las consecuencias que el gran consumo de los países ricos están provocando en todos nosotros, y que a su vez, exijamos una nueva cumbre, donde todos los países sean tratados de igual a igual a la hora de negociar el destino de la Humanidad. Tal vez sea esto una Utopía, pero quizás sea la última esperanza de que trabajando todos los países a la par y cambiando las formas de producción y consumo, se pueda revertir este genocidio anticipado y el camino a nuestra autodestrucción como especie.-
Juan Manuel Pereyra (Juanma_chaco@hotmail.com)
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