Sandra Mendoza está enojada. "Eso que publicaron no es así", dice en referencia al mensaje de texto que niega haber enviado a piqueteros chaqueños para que tomen la Gobernación, revelado por Perfil.com. En su oficina del piso 13 del anexo de Diputados, todavía a medio acomodar, la ex esposa de Jorge Capitanich responde, sin filtro, sobre todo. Habla por primera vez a fondo sobre su divorcio, sus hijas y cómo el poder convirtió a ese hombre al que amaba en un extraño.
"Capitanich no es inteligente; es instruido", dispara, sin inmutarse, la temperamental política a la hora de juzgar las capacidades políticas de su ex marido, a quien no le perdona haber hecho público su pedido de divorcio a través de un comunicado oficial. "El poder no cambia a las personas, las muestra como son realmente", agrega la diputada que está llamada a ser el centro de atención del Congreso que viene. "Yo sí soy inteligente", responde.
Separada desde mayo, cuando fue echada del Gobierno por defender a un grupo de piqueteros que acampaban en la plaza de Resistencia contra Capitanich, y en pleno trámite de divorcio, Mendoza afirma que el proceso judicial que se está desarrollando en Chaco carece de legitimidad y sostiene que la Justicia le dará la razón. " Él tiene tiene que ir al psicólogo y hacerse ver de su complejidad; yo no tomo que alguien me desautorice porque piense distinto", explica, al analizar el día en que fue echada del Gobierno.
"Hace 30 días que no veo a mis hijas por la desastrosa justicia del Chaco", se sincera Mendoza, al hablar de Guillermina (15) y Jorgelina (11). "El padre tiene que pensar, que no las use de rehenes", dice a Capitanich, a quien todavía quiere y respeta por los 23 años que pasaron juntos y por las dos hijas que los unen. Desde hace tres meses que el diálogo con su ex esposo está cortado, sin embargo, si tuviera que decirle algo sería que "vuelva a ser el Coqui de antes" y se saque de encima al "entorno". "No le guardo rencor ni le voy a guardar rencor nunca", desliza.
Dudas patrimoniales. A Sandra Mendoza no le gusta hablar sin pruebas. Cada una de sus palabras y denuncias, afirma, las basa en datos contrastables. "No soy adivina", contesta cada vez que alguien le pide una predicción política. Teniendo en cuenta eso, denuncia que hay irregularidades en la declaración patrimonial que Capitanich le quiso hacer firmar. "No voy a presentar la declaración jurada que quiere su contadora y él, porque no se condice con los hecho reales", sostiene.
" Yo pago los impuestos sobre lo que tengo. ¿Esconder?... un Mendoza no esconde nada", relata, dejando un manto de duda sobre los bienes de Capitanich. Es por eso que presentó ante la oficina anticorrupción un pedido para que se investigue el tema y pidió una eximición para presentar su declaración jurada, ya que la delineada por su ex "carece de veracidad en sus datos", según consta en la documentación a la que tuvo acceso Perfil.com. "Nos volvimos pobres, por favor, no engañemos a los ciudadanos del Chaco", ironiza, ante de despedirse
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