Las granadas siguen estallando en la cara del gobierno. La huída de Enrique Albistur fue la crónica de un cortocircuito anunciado. Reemplazado de facto y luego formalmente por Alfredo Scoccimarro y con la elocuencia de Miguel Nuñez de mudanza a diputados, Albistur no tuvo otro camino. Se dió el último gusto chicanero y en su renuncia parafraseó a Evita y dijo que “renunciaba a los honores”.
El viernes, en una mesa de kirchneristas recargados, le devolvieron la gentileza irónica y lo bautizaron “Cimiento”. Un ministro y un secretario de estado que no se atreven a decirlo delante de él lanzaron eso de Enrique Cimiento Albistur y le auguraron un amplio recorrido por Tribunales. Ramal que para ramal que cierra. Funcionario que se va del gobierno no recibe ni un llamado solidario de los que se quedan. Tienen miedo de contaminarse y quedar pegados. Saben que Néstor es implacable.
Daniel Scioli parece sonámbulo mientras recibe fuego amigo.La editorial que dibujó Hermenegildo Sábat en Clarín desnudó su crisis porque mostró al gobernador con los pantalones en los tobillos. La tragedia de la familia Pomar se transformó en una catarata de cuestionamientos sobre la impericia policial que catalizó los reclamos de seguridad en las barriadas populares y puso en tela de juicio la continuidad en el cargo del ministro de Seguridad. La orden de Kirchner de dar marcha atrás con la reforma electoral que despegaba las internas provinciales de las nacionales se cumplió a rajatabla y eso completó el vaciamiento de poder al que fue sometido Scioli. Fue la primera vez que Néstor bajó de un plumazo una resolución unánime y orgánica del justicialismo bonaerense. Todos se tragaron el sapo pero los gritos de Alberto Ballestrini y Federico Scarabino fueron mucho mas que dolores intestinales. Lo mismo pasó cuando Ariel Franetovich les faltó el respeto y quiso correrlos con la vaina de una foto abrazado a Kirchner. Varias heridas quedaron abiertas. La estampita de Néstor cada vez protege menos.
Simultáneamente, voces muy escuchadas por Kirchner como la del periodista Horacio Verbitsky aseguraron que la golpeada carrera de Scioli “ ya es un inquietante pasivo para el gobierno nacional”. El columnista de Página 12 sometió a Carlos Stornelli a un bombardeo mediático que superó a los periodistas mas destituyentes. Trató al ministro de Scioli de perverso, fracasado y analfabeto a punto de acalambrarse la lengua y de batir el record mundial de palabras vacías. ¿Pensará lo mismo Kirchner? ¿El jefe de la jefa del estado, tratará de descabezar la provincia, como sugirió Hugo Biolcatti al que Eduardo Camaño puso en caja calificándolo de personero del autoritarismo gorila? Pregunto, nomás…
Fuente: Radio Continental
lunes, 14 de diciembre de 2009
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