En un documento emitido por el partido Frente Grande, integrante del Frente Chaco Merece Más, firmado por su presidente, Daniel Trabalón y los diputados provinciales Daniel San Cristóbal y Fabricio Bolatti, expresa su análisis y visión respecto de la independencia y autonomía del Banco Central de la República Argentina, el pago de la deuda con fondos del BCRA, y el caso Redrado.
Un poco de historia
La historia del Banco Central es la historia de la disputa de los sectores de poder concentrado por mantener su privilegio a costa del pueblo argentino.
El Banco Central, fue creado en 1935, durante la Presidencia del General Agustín P. Justo, después del golpe de estado que derrocó al gobierno de Irigoyen, en plena Década Infame que se caracterizó por el fraude electoral, la corrupción y la entrega del patrimonio nacional.
Nace como una entidad mixta, de capital estatal y privado con fuerte injerencia del capital extranjero. No fue creado como una herramienta para llevar adelante la política económica de un Estado Soberano, fue un instrumento pensado para proteger los intereses foráneos y la de sus socios locales.
Juan Domingo PERON, que entendía como esencial para que el Estado Nacional asuma la soberanía política sobre esta Institución, lo nacionalizó. La Revolución Fusiladora derogó la ley de estatización y lo colocó bajo el control del Banco de Inversiones de Basilea de propiedad de los Bancos del llamado G-6, es decir control foráneo.
“La Independencia y la autonomía”
Durante la década del 90 con Menem a la cabeza siguiendo los lineamientos del Consenso de Washington, Domingo Felipe Cavallo modifica la Carta Orgánica del BCRA, estableciendo un nuevo concepto de institucionalidad, la “independencia y autonomía” del Banco respecto del Poder Ejecutivo, esta idea era sostenida por los mercados financieros y los sectores empresarios mas concentrados, el objetivo central del Banco pasaba a ser, formular e implementar la política monetaria y la estabilidad financiera. Un estado dentro del Estado.
Este diseño de independencia pretende como único objetivo del Banco Central la preservación del valor de la moneda subordinando así metas como el empleo y el crecimiento económico.
Fue defendida a diestra y siniestra por el sector financiero y empresario, y los organismos internacionales de crédito promovieron su aplicación. Entre 1989 y 1994, 32 países establecieron la independencia del Banco Central y la lista continuó ampliándose en los años siguientes. Argentina lo hizo en 1992.
Fue sencillo, el calor de la antipolítica fomentó una autoridad monetaria no controlada por el gobierno. Lo que ésta teoría olvida es que el gobierno es la representación del pueblo y ningún independiente puede fijar tamañas políticas sin que emane de la voluntad popular.
Pese a los avances registrados desde 2003, la matriz neoliberal en el BCRA permanece inalterada ante la falta de decisión política para impulsar una reforma de la Ley de Entidades Financieras, creada por Alfredo Martínez de Hoz en 1977. Y también en la Carta Orgánica del Banco Central, cuyo diseño lleva la firma de Domingo Cavallo.
Poco se hizo, eso es un error.
La odiosa deuda
La deuda ha sido el mas fantástico robo que la sociedad argentina soportó durante los últimos 40 años. Contraída durante el golpe de estado Cívico-Militar del 1976 con la finalidad de destruir el sistema social, económico y financiero local y generar dependencia, condicionó las políticas desde Alfonsín a nuestros días.
Creció y se consolidó con los seguros de cambio y estatización de Cavallo, refinanciación de los 80 de Machinea, Plan Brady de (otra vez) Cavallo, canjes y megacanjes de (de nuevo) Cavallo, vaciamiento del año 2001, compensaciones a los bancos, contrato de pases contingentes del BCRA, etc., etc.
¿Como se afrontó la deuda desde los 80 a Nestor Kirchner? La receta fue: ajuste, pago, aumento de la deuda, privatizaciones, refinanciación y… mas ajuste. Atando las políticas economicas de nuestro país a los controles y recetas de Fondo Monetario Internacional.
Ningún sector político en el poder rompió relaciones con los organismos multilaterales de crédito y la banca internacional, a veces más a veces menos se pagaron millonarios intereses a costa del ajuste cuyo punto culmine fue el deleznable “déficit cero” de Cavallo-De La Rúa. Pagamos también con el patrimonio de todos: correos, teléfonos, petróleo, servicios públicos… todo privatizado a precio vil y con bonos de deuda.
Además de pasar religiosamente por caja, nuestro país pago la deuda con otro instrumento, menos sofisticado pero mas efectivo: la definición de políticas económicas y sociales por parte de los acreedores en desmedro de quienes conducían el país como marca la “institucionalidad”. Nos dijeron entre otras cosas, y así se hizo, como debían ser los programas económicos, como debía organizarse la seguridad social, que poder debían tener los sindicatos, que aspectos debían abordar los programas sociales, que obras públicas debían ejecutarse. También nos dijeron como debía ser el BCRA.
El mecanismo perverso de la deuda no perjudicó a “todos” los argentinos. Muchos se
enriquecieron en ese proceso. Son los de siempre.
La ruptura de la forma mas adecuada de ese mecanismo perverso de la deuda, esto es a favor de los sectores populares, no ha podido perforar espacios políticos nacionales e internacionales para obtener el triunfo que los argentinos nos merecemos al respecto.
Nestor Kirchner inició y Cristina Fernandez continúo un proceso diferente, probablemente no el ideal. Pero sin lugar a dudas ha roto con una parte de esa lógica. El proceso de desendeudamiento ha quitado del medio, en gran parte, la incidencia en las políticas por parte de los acreedores. Es más, muchas de las decisiones de los últimos tiempos se han podido tomar por la reducida injerencia de los acreedores en la política local.
Somos de los que pensamos que la fraudulenta deuda nunca se debió pagar. Somos de los que pensamos que deben investigarse las responsabilidades políticas y los sectores beneficiados con el programa de endeudamiento. Pero ese no es el debate HOY, el debate actual es otro.
Las reservas
Desde 1.983 para acá, cuando una política no se subordinó a los dictados de los sectores de privilegio aflora un “golpe de mercado”, esencialmente presiones sobre el tipo de cambio que desestabilizan la economía y perjudican a los sectores populares. La acumulación de reservas internacionales ha sido una estrategia que implementó nuestro país. Desde entonces, en el proceso de superación de la debacle se sumaron dólares al Banco Central. Esa decisión fue la exteriorización más contundente del fracaso del FMI como prestamista de última instancia y como instructor de políticas económicas del ajuste. Estas reservas brindan garantías de golpes especulativos y autonomía, como se pudo ver en la última crisis internacional de limitada trascendencia en nuestro país. Esas reservas son producto de una política económica que se inició en 2003, y deben estar al servicio de ellas.
En el año 2006, mas del 30% de esas reservas fueron aplicadas para pagar al FMI, organismo que fuera “eyectado” de sus influencias en nuestro país. Antes, nada se podía hacer sin un “waiver” o una “carta de intención” con ese organismo. Las reservas en ese momento rondaban los 28.000 millones de dólares, de los que se utilizaron 10.000.
Reservas del Banco Central de la República Argentina
AñoReservas
199623.330
199729.769
199831.736
199933.100
200034.234
200115.232
200210.476
200314.119
200419.646
200528.077
200632.037
200746.176
200846.386
200947.967
Fuente BCRA
Con el Bicentenario de Fondo
Hoy las reservas llegan a 48.000 millones de dólares y se proponen utilizar 6.570 a través del Fondo del Bicentenario.
El Fondo del Bicentenario tiene como objetivo dejar claramente establecido que la Argentina tiene garantizado el pago del servicio de la deuda pública, en especial aquella denominada en moneda extranjera. En el momento de efectuar los pagos, el Tesoro podrá utilizar el dinero de este Fondo en vez de adquirir las divisas necesarias en el momento de su vencimiento. La decisión del gobierno apunta al pago de la deuda en mejores condiciones generando un ahorro de recursos para nuestro país, así como también a promover una marco de previsibilidad y de estabilidad que disminuya las maniobras que algunos sectores realizan en contra de las políticas económicas que se viene implementando, avanzando en el proceso de desendeudamiento, que se iniciara en el 2003 y que permitió recuperar la soberanía política del Estado Nacional. Es importante subrayar que a pesar de esta “reducción” existe un nivel óptimo de reservas para garantizar dicha previsibilidad y estabilidad.
El caso Redrado
El caso Redrado, que se inicia con la discusión del “Fondo del Bicentenario” tiene como telón de fondo en realidad, ¿quién o quienes definen la política económica en nuestro país?
¿De quien son las reservas? ¿Del BCRA o del País?
Decía Redrado, después reunirse con dirigentes de la oposición, “Estoy convencido de que dejamos una entidad que garantiza a todos los argentinos tranquilidad monetaria, previsibilidad cambiaria y estabilidad financiera, y absolutamente de todas las decisiones que tomé”, expresa una decisión personal, ni siquiera se preocupa en mencionar al Directorio del Banco Central, algo que parece no preocupar a la oposición política que reclama a gritos institucionalidad. Menos aún menciona a la autoridad política, que fue quien en definitiva llevo adelante la política.
Un párrafo especial merece un referente del sector de la llamada oposición “progresista”, Fernando Solanas, quién llamó a “defender” la Carta Orgánica del BCRA, que como señalamos anteriormente fue aprobada durante el período “Menem-Cavallo” y denunció penalmente a la presidenta, subido a sus ambiciones electorales le sigue haciendo el coro a la derecha. Esta siguiendo el mismo camino que Lilita Carrió.
Un poco de historia
La historia del Banco Central es la historia de la disputa de los sectores de poder concentrado por mantener su privilegio a costa del pueblo argentino.
El Banco Central, fue creado en 1935, durante la Presidencia del General Agustín P. Justo, después del golpe de estado que derrocó al gobierno de Irigoyen, en plena Década Infame que se caracterizó por el fraude electoral, la corrupción y la entrega del patrimonio nacional.
Nace como una entidad mixta, de capital estatal y privado con fuerte injerencia del capital extranjero. No fue creado como una herramienta para llevar adelante la política económica de un Estado Soberano, fue un instrumento pensado para proteger los intereses foráneos y la de sus socios locales.
Juan Domingo PERON, que entendía como esencial para que el Estado Nacional asuma la soberanía política sobre esta Institución, lo nacionalizó. La Revolución Fusiladora derogó la ley de estatización y lo colocó bajo el control del Banco de Inversiones de Basilea de propiedad de los Bancos del llamado G-6, es decir control foráneo.
“La Independencia y la autonomía”
Durante la década del 90 con Menem a la cabeza siguiendo los lineamientos del Consenso de Washington, Domingo Felipe Cavallo modifica la Carta Orgánica del BCRA, estableciendo un nuevo concepto de institucionalidad, la “independencia y autonomía” del Banco respecto del Poder Ejecutivo, esta idea era sostenida por los mercados financieros y los sectores empresarios mas concentrados, el objetivo central del Banco pasaba a ser, formular e implementar la política monetaria y la estabilidad financiera. Un estado dentro del Estado.
Este diseño de independencia pretende como único objetivo del Banco Central la preservación del valor de la moneda subordinando así metas como el empleo y el crecimiento económico.
Fue defendida a diestra y siniestra por el sector financiero y empresario, y los organismos internacionales de crédito promovieron su aplicación. Entre 1989 y 1994, 32 países establecieron la independencia del Banco Central y la lista continuó ampliándose en los años siguientes. Argentina lo hizo en 1992.
Fue sencillo, el calor de la antipolítica fomentó una autoridad monetaria no controlada por el gobierno. Lo que ésta teoría olvida es que el gobierno es la representación del pueblo y ningún independiente puede fijar tamañas políticas sin que emane de la voluntad popular.
Pese a los avances registrados desde 2003, la matriz neoliberal en el BCRA permanece inalterada ante la falta de decisión política para impulsar una reforma de la Ley de Entidades Financieras, creada por Alfredo Martínez de Hoz en 1977. Y también en la Carta Orgánica del Banco Central, cuyo diseño lleva la firma de Domingo Cavallo.
Poco se hizo, eso es un error.
La odiosa deuda
La deuda ha sido el mas fantástico robo que la sociedad argentina soportó durante los últimos 40 años. Contraída durante el golpe de estado Cívico-Militar del 1976 con la finalidad de destruir el sistema social, económico y financiero local y generar dependencia, condicionó las políticas desde Alfonsín a nuestros días.
Creció y se consolidó con los seguros de cambio y estatización de Cavallo, refinanciación de los 80 de Machinea, Plan Brady de (otra vez) Cavallo, canjes y megacanjes de (de nuevo) Cavallo, vaciamiento del año 2001, compensaciones a los bancos, contrato de pases contingentes del BCRA, etc., etc.
¿Como se afrontó la deuda desde los 80 a Nestor Kirchner? La receta fue: ajuste, pago, aumento de la deuda, privatizaciones, refinanciación y… mas ajuste. Atando las políticas economicas de nuestro país a los controles y recetas de Fondo Monetario Internacional.
Ningún sector político en el poder rompió relaciones con los organismos multilaterales de crédito y la banca internacional, a veces más a veces menos se pagaron millonarios intereses a costa del ajuste cuyo punto culmine fue el deleznable “déficit cero” de Cavallo-De La Rúa. Pagamos también con el patrimonio de todos: correos, teléfonos, petróleo, servicios públicos… todo privatizado a precio vil y con bonos de deuda.
Además de pasar religiosamente por caja, nuestro país pago la deuda con otro instrumento, menos sofisticado pero mas efectivo: la definición de políticas económicas y sociales por parte de los acreedores en desmedro de quienes conducían el país como marca la “institucionalidad”. Nos dijeron entre otras cosas, y así se hizo, como debían ser los programas económicos, como debía organizarse la seguridad social, que poder debían tener los sindicatos, que aspectos debían abordar los programas sociales, que obras públicas debían ejecutarse. También nos dijeron como debía ser el BCRA.
El mecanismo perverso de la deuda no perjudicó a “todos” los argentinos. Muchos se
enriquecieron en ese proceso. Son los de siempre.
La ruptura de la forma mas adecuada de ese mecanismo perverso de la deuda, esto es a favor de los sectores populares, no ha podido perforar espacios políticos nacionales e internacionales para obtener el triunfo que los argentinos nos merecemos al respecto.
Nestor Kirchner inició y Cristina Fernandez continúo un proceso diferente, probablemente no el ideal. Pero sin lugar a dudas ha roto con una parte de esa lógica. El proceso de desendeudamiento ha quitado del medio, en gran parte, la incidencia en las políticas por parte de los acreedores. Es más, muchas de las decisiones de los últimos tiempos se han podido tomar por la reducida injerencia de los acreedores en la política local.
Somos de los que pensamos que la fraudulenta deuda nunca se debió pagar. Somos de los que pensamos que deben investigarse las responsabilidades políticas y los sectores beneficiados con el programa de endeudamiento. Pero ese no es el debate HOY, el debate actual es otro.
Las reservas
Desde 1.983 para acá, cuando una política no se subordinó a los dictados de los sectores de privilegio aflora un “golpe de mercado”, esencialmente presiones sobre el tipo de cambio que desestabilizan la economía y perjudican a los sectores populares. La acumulación de reservas internacionales ha sido una estrategia que implementó nuestro país. Desde entonces, en el proceso de superación de la debacle se sumaron dólares al Banco Central. Esa decisión fue la exteriorización más contundente del fracaso del FMI como prestamista de última instancia y como instructor de políticas económicas del ajuste. Estas reservas brindan garantías de golpes especulativos y autonomía, como se pudo ver en la última crisis internacional de limitada trascendencia en nuestro país. Esas reservas son producto de una política económica que se inició en 2003, y deben estar al servicio de ellas.
En el año 2006, mas del 30% de esas reservas fueron aplicadas para pagar al FMI, organismo que fuera “eyectado” de sus influencias en nuestro país. Antes, nada se podía hacer sin un “waiver” o una “carta de intención” con ese organismo. Las reservas en ese momento rondaban los 28.000 millones de dólares, de los que se utilizaron 10.000.
Reservas del Banco Central de la República Argentina
AñoReservas
199623.330
199729.769
199831.736
199933.100
200034.234
200115.232
200210.476
200314.119
200419.646
200528.077
200632.037
200746.176
200846.386
200947.967
Fuente BCRA
Con el Bicentenario de Fondo
Hoy las reservas llegan a 48.000 millones de dólares y se proponen utilizar 6.570 a través del Fondo del Bicentenario.
El Fondo del Bicentenario tiene como objetivo dejar claramente establecido que la Argentina tiene garantizado el pago del servicio de la deuda pública, en especial aquella denominada en moneda extranjera. En el momento de efectuar los pagos, el Tesoro podrá utilizar el dinero de este Fondo en vez de adquirir las divisas necesarias en el momento de su vencimiento. La decisión del gobierno apunta al pago de la deuda en mejores condiciones generando un ahorro de recursos para nuestro país, así como también a promover una marco de previsibilidad y de estabilidad que disminuya las maniobras que algunos sectores realizan en contra de las políticas económicas que se viene implementando, avanzando en el proceso de desendeudamiento, que se iniciara en el 2003 y que permitió recuperar la soberanía política del Estado Nacional. Es importante subrayar que a pesar de esta “reducción” existe un nivel óptimo de reservas para garantizar dicha previsibilidad y estabilidad.
El caso Redrado
El caso Redrado, que se inicia con la discusión del “Fondo del Bicentenario” tiene como telón de fondo en realidad, ¿quién o quienes definen la política económica en nuestro país?
¿De quien son las reservas? ¿Del BCRA o del País?
Decía Redrado, después reunirse con dirigentes de la oposición, “Estoy convencido de que dejamos una entidad que garantiza a todos los argentinos tranquilidad monetaria, previsibilidad cambiaria y estabilidad financiera, y absolutamente de todas las decisiones que tomé”, expresa una decisión personal, ni siquiera se preocupa en mencionar al Directorio del Banco Central, algo que parece no preocupar a la oposición política que reclama a gritos institucionalidad. Menos aún menciona a la autoridad política, que fue quien en definitiva llevo adelante la política.
Un párrafo especial merece un referente del sector de la llamada oposición “progresista”, Fernando Solanas, quién llamó a “defender” la Carta Orgánica del BCRA, que como señalamos anteriormente fue aprobada durante el período “Menem-Cavallo” y denunció penalmente a la presidenta, subido a sus ambiciones electorales le sigue haciendo el coro a la derecha. Esta siguiendo el mismo camino que Lilita Carrió.
Extraña situación la de este pequeño estado, dentro del Estado, de un Presidente sin partido, ni votos, que sin embargo define las políticas económicas de un país.
El trasfondo de la discusión nos lleva al origen de la creación del BCRA: Si el Banco va a seguir siendo una Instrumento de los sectores que históricamente se beneficiaron con las políticas conservadoras y antipopulares, o si definitivamente se va a transformar una herramienta de un Estado soberano.
Es por ello que este debate tiene que llegar a todos los sectores populares para lograr resolver esta contradicción.
Las reservas son de los argentinos, y deben estar al servicio de ellos. Fueron acumuladas por una política económica que sacó al país del abismo y, quienes idearon esa política, la ejecutaron y hoy conducen los destinos del país por designio popular tienen todo el respaldo para hacerlo.
El trasfondo de la discusión nos lleva al origen de la creación del BCRA: Si el Banco va a seguir siendo una Instrumento de los sectores que históricamente se beneficiaron con las políticas conservadoras y antipopulares, o si definitivamente se va a transformar una herramienta de un Estado soberano.
Es por ello que este debate tiene que llegar a todos los sectores populares para lograr resolver esta contradicción.
Las reservas son de los argentinos, y deben estar al servicio de ellos. Fueron acumuladas por una política económica que sacó al país del abismo y, quienes idearon esa política, la ejecutaron y hoy conducen los destinos del país por designio popular tienen todo el respaldo para hacerlo.
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