viernes, 12 de febrero de 2010

Pino Solanas: "Estamos ante una pseudo democracia"


Aunque tal vez se trate de un hecho fortuito, vive en una casa rosada, en el barrio de Olivos. De acceder al sillón de Rivadavia -una de sus máximas ambiciones- debería caminar unas pocas cuadras para llegar hasta la residencia presidencial. El cineasta y figura opositora del nuevo Congreso Fernando "Pino" Solanas trabaja en la construcción de una tercera fuerza política que libere al país de las "estructuras vacías" del bipartidismo que, a su entender, dio origen a una "pseudo democracia".

Con tono idealista, proclama "democratizar la democracia". El enunciado suena, en boca de Solanas, como un lema de campaña con el cual, en última instancia, espera alcanzar la conducción de la ciudad de Buenos Aires. Refiere, aclara, a la burla a las instituciones que tuvo lugar incluso desde el final de la última dictadura militar, algo que pretende revertir con un espacio de centroizquierda "amplio y generoso".

Sentado en un sillón antiguo de su living atiborrado de estilos, donde hay, entre tantas otras cosas, una mesa cubierta de premios por sus películas y algunas piezas de escenografía, conversó con lanacion.com sobre la actualidad del país, en el marco de entrevistas por el Bicentenario.

En un repaso por distintos temas, el legislador que consiguió el segundo lugar en la Capital en las últimas elecciones se rió con ironía de las "picardías" de este Gobierno, sus "actitudes autoritarias" y su "patoterismo político institucional", manifiesto en la amenaza de vetar las leyes (o artículos) del Congreso que perdieron el 28 de junio. Rió, también, de la autoproclama peronista de los Kirchner, y repitió el sarcasmo al hablar del "acuerdo de cúpula" que, a su entender, esconde la reforma política impulsada por la Presidenta. Advirtió, en tono reflexivo, que una sociedad que traba el surgimiento de nuevas corrientes de opinión "es una sociedad autoritaria".

Entre sus habituales reproches a aquellos que permitieron el "saqueo de la década del ?90", se explayó en críticas al matrimonio presidencial por "disfrazarse de progresista y limitarse a continuar con el modelo". Sin embargo, reconoció como actos luminosos la reforma de la Corte Suprema de Justicia y la actual política de derechos humanos.

- ¿Cómo está la democracia en la Argentina?

- La democracia surgida después de la dictadura ha posibilitado el saqueo y destrucción del patrimonio público. Es decir, del ahorro de varias generaciones de argentinos. Eso se hizo en democracia. Queremos trascender esta democracia delegativa con una reforma constitucional. La nuestra es una Constitución de neto puño liberal; el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes. Y en esta estructura se han cometido todos estos atropellos y la traición al voto es norma; un método aceptado.

- ¿Cómo se resuelven esos problemas?

- No hay penalidad para la traición al mandato. La estructura de la democracia es un edificio que se construye a través del voto, pero las plataformas no se respetan. Tanta hipocresía y traición al voto termina con el descreimiento ciudadano. La juventud argentina fue la primera que desertó. Hay que ir a una democracia con más participación. La Argentina no puede cambiar si el ciudadano cree que su intervención es un voto cada dos años. Hay que instalar como valor supremo de todas las éticas, la ética pública: lo que es de todos es sagrado y hacer negocios privados con bienes públicos es el peor de los delitos. Ningún chico sale de la escuela y la universidad sabiendo lo que le pertenece como co-propietario de este consorcio de 40 millones de habitantes.

- ¿Cómo ve a las instituciones?

- La vida institucional ha sufrido alteraciones de distinto tipo en el siglo XX. Tuvimos etapas con democracias tuteladas, con golpes de Estado, y eso generó un deterioro en las instituciones republicanas. Después, en los ?90, sufrieron una grosera burla. Se cometieron los atropellos más groseros contra la Constitución; la negociación de la deuda externa es un ejemplo. Vino la reforma del ?94, y las promesas o anhelos de más democracia siguieron esperando. Se creyó que el Estado era el enemigo y que había que destruirlo. Que las empresas de servicios públicos eran culpables del deterioro de la calidad de vida de los argentinos, cuando las instituciones sólo obedecen al mando de los hombres. Hubo años de una enorme confusión y se perdió buena parte del patrimonio público; se perdieron los recursos naturales. La Corte Suprema fue una corte de sordos. Hubo una gran corrupción, y yo recibí seis tiros en mis piernas por denunciarla. Pero tengo la conciencia tranquila porque vengo denunciando la vida bandoleril y mafiosa de la Argentina disfrazada de democrática.

- ¿Cree que estos "atropellos" continuaron en la era de los Kirchner?

- Sí. Han seguido manejándose con decretos de necesidad y urgencia. El último, el 2010, y groserísimo es el que ha desatado una crisis institucional, que no es ni de necesidad ni de urgencia. A cinco días de haber terminado las sesiones ordinarias y pudiendo llamar a extraordinarias si hubiera necesidad y urgencia, y no lo hubo. Este gobierno siguió convalidando buena parte de todos los delitos contra el patrimonio público, y la mayor causa de corrupción que arrastra la Argentina: la famosa deuda externa nacida en la dictadura. Ignoró un fallo del año 2000, con sentencia firme, que dice que la mayor parte de la deuda es fraudulenta. La era de los Kirchner comenzó con algunos actos luminosos, como la de la reforma de la Corte Suprema de Justicia, con el reclamo de la sociedad argentina. Sin embargo, el proceso de la reforma judicial se quedó ahí; no bajó a la Corte de Casación ni a la justicia federal.

- ¿Es una democracia la de este Gobierno?

- Es una pseudo democracia. La nuestra todavía tiene mucho de democracia formal. La Justicia no es del todo independiente. Todavía no funciona en serio la Sindicatura General de la Nación, el procurador general de la Nación y el procurador general del Tesoro miran para otro lado. Ni se enteraron del saqueo del patrimonio. El andamiaje institucional de la Argentina necesita todavía profundizarse en sentido democrático. Buscamos la democratización de la democracia, que se democraticen a fondo las instituciones, que haya mayor independencia del Poder Judicial, y no este mamarracho de Consejo de la Magistratura. Hay organismos que deben ser realmente públicos con total independencia y autonomía de los gobiernos de turno. Me refiero al Indec, que debería ser organismo de excelencia, con control parlamentario. Otro ejemplo es la Anses, cuyos fondos tienen que servir para asegurar el 82 por ciento móvil.

- ¿Qué cree que está perjudicando a la Argentina?

- Lo que está perjudicando a la Argentina son los errores del Gobierno. Tiene que acabar con esta política del chantaje, que señala a quienes lo critican y señalan sus errores como desestabilizadores. El mayor agresor contra la estabilidad institucional y el prestigio de la Argentina hoy es el gobierno nacional. Hace tres años nos hizo votar una ley cerrojo para no volver más al canje de deuda, [se ríe] y hace un par de meses hizo votar la apertura. Son de una impostura monumental.

- ¿El Estado puede ser un buen administrador?

- Por supuesto, la Argentina puede ser un excelente administrador, es mentira que no. Ese mito lo inventaron los neoliberales del ?90. Si yo creyera eso, me voy de la Argentina. Tendría que renunciar a la historia argentina.

"La gran contradicción del plan de los liberales es que siempre les sobró gente. Aún hoy les sobra un tercio de los argentinos. ¿Qué van a hacer con ellos? ¿Los van a tirar al río? ¿Los van a fumigar? ¡Hay cinco millones de indigentes en un país rico como la Argentina!"

- ¿Tenemos un país federal?

- No. Hemos tenido muchos caudillos de las provincias, pero ninguno hizo un país federal. Ni siquiera tenemos un ferrocarril, fundamental en un país de base agraria.

- Respecto de la deuda, la Presidenta argumenta que debió investigarse antes...

- A la deuda hay que investigarla. La Presidenta, como abogada, no puede ignorar que el tiempo no convierte a los ilícitos y delitos en actos lícitos. Siguen siendo delitos. No es que yo esté diciendo de ninguna manera irresponsable que no hay que pagar la deuda, sino que es algo muy complejo que tiene una enorme estafa adentro y debe ser auditada, investigada como lo han hecho muchos gobiernos de América latina. Lo que es legítimo se paga siempre. La Argentina ha pagado desde el ?83 a la fecha más de US$ 140.000 millones entre capital y servicios de deuda. La paradoja es que aún debe US$ 170.000 millones de dólares. Es imposible que los paguen.

- [Reflexiona unos segundos y continúa el análisis].

- ¡La Presidenta dice un conjunto de macanas espectaculares! Yo no sé de qué país habla. Este país tan progresista de los Kirchner tiene casi el 60% de los trabajadores sin seguridad social. ¡Y se llaman peronistas!

- ¿Dónde ubicaría al Gobierno en el espectro político? ¿En la centroizquierda?

- No, en absoluto. [Piensa] En algunas políticas, puede ser. Impulsaron una política de derechos humanos; impulsaron una política de no represión del conflicto social... En estas cuestiones tomaron posiciones progresistas, pero en las políticas económicas de fondo, siguieron siendo la continuidad del modelo agro minero exportador de Carlos Menem. La asociación del modelo de Néstor y Cristina no es con las pymes, sino con los bancos, que durante la crisis en 2008 ganaron el 51%, cobrándonos tasas de interés leoninas, usurarias, consentidas por el Gobierno. Este es un Gobierno absolutamente atado a los bancos, por eso es que Kirchner nunca investigó la deuda.

- ¿Cree que los Kirchner traicionaron a sus votantes?

- Sí, han hecho un arco. Empezaron de una manera y están terminando de otra. En 2005 decían que no se iban a endeudar más. Perdieron la ocasión de haber invertido en la reconstrucción de grandes empresas para generar trabajo y riqueza. Seguimos teniendo una baja inversión en ciencia y técnica. Acá se desnacionalizó la economía: sólo en la gestión de Néstor Kirchner 470 grandes empresas y más de 20 millones de hectáreas pasaron a manos extranjeras.

- ¿Podría el Poder Ejecutivo neutralizar al Congreso con el veto?

- Cuando la presidenta o los voceros dicen que van a vetar las leyes que no les gustan, eso es patoterismo político institucional. Hay que tomárselo un poco a la chacota, pero hay que derrotar esa política. El Parlamento es independiente del Poder Ejecutivo. Aunque la Constitución le dé la facultad de veto, debe ser una medida excepcional. Además, cuando es parcial es muy dañino, porque una ley es un todo, donde una viga sostiene el todo.

- Si llegara a la presidencia, ¿buscaría una nueva dinámica de los tres poderes, teniendo en cuenta el presidencialismo actual?

- Es complejo, pero seguro reforzaría la independencia de los tres poderes. Hay que probar. El jefe de Gabinete no existe... Este Poder Ejecutivo es fuerte, manipula a todos. Los DNU son una barbaridad. Seguramente les pondría muchas más restricciones.

- ¿Teme que los Kirchner intenten gobernar por decretos?

- Sí. Es posible. El Gobierno ha cometido muchos desatinos ¡Esto del DNU ha sido de una sordera tan grande! Todo el mundo le advirtió que si pagaba con reservas del Banco Central los fondos buitre iban a intentar embargar las cuentas.

- ¿Por qué cree que siempre redoblan la apuesta?

- No soy experto en Kirchner ni me interesa. [Piensa] Son impostores, manipuladores. Son muy pícaros; sobre todo Néstor Kirchner. Y son gente de pelea, que no está dispuesta a abandonar el poder, pero no son tan peligrosos. No hagamos de esto una fogata porque Cristina llegó al Gobierno con más 60% de imagen positiva, y cinco o seis meses después había perdido la mitad. No van para arriba, van barranca abajo. No hay que asustarse. [Entre risas]. Hay que tratar de que hagan el menor daño posible.

Fuente: Por Luján Scarpinelli (La Nación.com)

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